México, 20 nov (Prensa Latina) México amaneció hoy con 100 mil 104 muertos por la pandemia de Covid-19 y un millón 19 mil 543 enfermos confirmados acumulados, de acuerdo con el informe actualizado de la Secretaría de Salud.
Nadie imaginó el 18 de marzo pasado cuando se reportó el primer deceso por el SARS-CoV2, el coronavirus responsable de la enfermedad Covid-19, que ocho meses después el país iba a lamentar tamaña tragedia.
Aunque se esperaba que el conteo de víctimas fatales comprobadas llegaría a los 100 mil antes de finalizar el mes, no deja de sorprender y abatir a los mexicanos, quienes se sentían tan seguros y optimistas cuando el intruso virus se detectó en en este país por vez primera el 27 de febrero.
Incluso en esos inicios la debacle que se informaba en Europa se veía con pena pero como algo ajeno o lejano y con la seguridad con la cual se ven los toros desde la barrera.
Influía el hecho de la aplicación de una estrategia que a la vista de todos daba buenos resultados, como fue esforzarse por aplanar la curva de contagio y ralentizarlo para que no sucediera como a España, Italia y otros países europeos en los que la capacidad hospitalaria fue rebasada y la cantidad de muertos fue alta en un período temporal muy corto.
En México ocurrió todo lo contrario hasta principios de abril o mayo con defunciones a cuenta gota y contagiados en lenta espiral, pero ascensos al fin de la curva cuyos picos se fueron haciendo más altos y sostenidos.
Las fechas para dejar el confinamiento se fueron aplazando mientras aumentaban los casos graves, los hospitales llegaban casi al punto extremo de la saturación y los decesos empezaron a crecer de forma inopinada, al punto que hubo que poner toda la red hospitalaria en función de la pandemia.
Mientras eso sucedía en los nosocomios, el desastre económico se adueñaba de todo el país y hubo que forzar un dramático equilibro entre la atención a la salud y la economía con la intención de amortiguar los daños sociales ocasionados por ambas crisis.
En junio se abandonó el confinamiento de forma lenta y cuidadosa y comenzaron a abrirse las compuertas de la economía en lo que se denominó la nueva normalidad la cual no fue ni bien interpretada ni asimilada por toda la ciudadanía en cuanto a la necesidad de respetar las medidas sanitarias para evitar el contagio.
La realidad es que el aplanamiento de la curva de contagio se alargó por un tiempo jamás imaginado y la «meseta», que debió lograr el punto de inflexión hacia la baja en julio, continuó como una autopista sin final hasta el día de hoy.
La tendencia al descenso es casi imperceptible, y muchas veces ocultada por unos picos de repuntes con registros de hasta nueve mil contagios en 24 horas.